Tras el nuevo ataque terrorista (aquí y aquí) del ISIS en Bruselas -capital de la Unión Europea y de la OTAN- conviene matizar varias cosas (recomiendo consultar previamente la base de datos Global Terrorism Database).
1. El mundo musulmán está inmerso en una guerra fría cuyos epicentros son Arabia Saudí e Irán. En algunos lugares -Siria, Irak o Yemen, por ejemplo- esta guerra fría se ha convertido en una auténtica guerra civil. Paralelamente el mundo musulmán se debate entre la tradición y la modernidad: las tensiones entre laicos y religiosos son evidentes en Turquía, Túnez y Egipto; en Irán se entremezclan elementos propios de una teocracia islámica moderna con otros democráticos; en Arabia Saudí las mujeres pudieron votar por primera vez en diciembre de 2015. Son solo unos ejemplos. En cualquier caso, deben ser los propios musulmanes quienes apuesten por reformar su sociedad y hacerla más democrática. Desde Occidente se debe colaborar en todas las iniciativas de países musulmanes que busquen llegar a regímenes más democráticos e igualmente se debe apoyar a las comunidades musulmanes de cada país europeo. Pero al mismo tiempo, estas comunidades deben preguntarse por qué las comunidades asiáticas, latinas y africanas prosperan más y se integran mejor que las musulmanas (aquí, aquí y aquí).